Venimos escuchando que el proceso de Bolonia es un proceso de mercantilización de la universidad, con el que la empresa privada absorberá la educación, configurándola como un sector más de la acumulación de beneficios. La universidad se convierte en una fábrica de profesionales especializados a total disposición de las empresas. Estas tendrán libertad para modelar los planes de estudios según sus intereses y así sacar provecho del conocimiento que se produzca en la universidad.
¿Cómo hemos llegado a esto?
Ya en el tratado constitutivo de
¿De donde saldrá esta mano de obra “formada y adaptable”? Los tratados no le atribuyen a
Todo comienza con el Convenio de Lisboa en 1997 (que como convenio cuenta con mayor fuerza legal y sienta las bases para los siguientes), la declaración de
EL EEES en el Estado Español,
Por un parte aumentan las competencias de los Consejos Sociales. Este órgano, en el que esta representada la sociedad hecha carne mediante la empresa privada, debe aprobar el presupuesto de la universidad y supervisar cualquier tipo de actividad económica de los centros de enseñanza superior. Esta formula ha permitido que exista, a día de hoy, una cátedra de Repsol en
Por otra parte nos encontramos con la creación de
Por último cabe destacar el Titulo XIII de
Artículo 87: Se establece la obligación legal para el gobierno, las Comunidades autónomas y las universidades de adoptar las medidas necesarias para integrar al estado español en el EEES.
Artículo 88: Se autoriza al gobierno a tomar las medias necesarias para adaptar los ciclos formativos al modelo grado-postgrado de Bolonia e implantar el ECTS. Recordamos que
Artículo 89: se equipara en régimen de capacitación y acreditación a los profesores de los países miembros de
Resumiendo un poco,
¿En qué nos afecta el EEES?
Las consecuencias prácticas que supone la entrada de la empresa privada en el ámbito universitario conlleva cosas como: la sustitución de las becas a fondo perdido por las becas préstamo, la sustitución del modelo de diplomaturas y licenciaturas por el modelo de grado-postgrado y master, a precios inasequibles, que conllevan una inevitable elitización de la educación (para aquel que la pueda pagar), la reducción general de presupuestos públicos destinados a la educación y su sustitución por fondos privados, que conllevaran un inevitable control por parte de las empresas de los programas e incluso las carreras, adaptándolas a sus intereses.
Las consecuencias sociales que supone el EEES son, si cabe, mucho más preocupantes. No sé trata únicamente de que las empresas saquen provecho del conocimiento universitario, ni que este se vea desvirtuado y alejado de la excelencia académica a causa de la ingerencia del interés privado. El aspecto más serio es el hecho de que se cierran las puertas de la universidad al pueblo.
Los políticos que nos gobiernan nos quieren convencer de que el único y mejor progreso posible es el que viene de la mano de los emprendedores privados. Parecen olvidar que este es el progreso de la minoría. De la minoría de estados ricos sobre la gran mayoría de países pobres; de la minoría de empresarios i burgueses sobre la mayoría de los trabajadores, cada vez más precarios. Basta de cinismos, el único progreso social posible es aquel que nos lleve hacia una sociedad más justa, donde todas las personas por igual puedan disfrutar de los avances científicos y tecnológicos.
La universidad es el último bastión que el pueblo dispone para que las ideas i el pensamiento fermenten en libertad. Es cierto que la universidad actual está muy lejos de responder a esta utopía, pero con la reforma del EEES se da un paso irreversible.
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